La península ibérica y parte de Francia ha sufrido un corte de luz repentino este lunes a mediodía del que aún se desconocen las causas. Los desarrollos del sureste, incluidos el Ensanche de Vallecas o El Cañaveral, sufrieron apagones generalizados. El Ayuntamiento de Madrid puso en marcha un gabinete de crisis para gestionar el problema. Cerca de la medianoche, regresó el suministro a la zona.
El corte se produjo a las 12.33 horas de la mañana por una pérdida súbita de 15 gigawatios de potencia eléctrica en el suministro, según datos de Red Eléctrica aportados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y se expandió a toda la península. La responsable de la red realizó un cortafuegos para que el problema no se extendiera a todo el continente. No obstante, dejó a España, salvo en los archipiélagos, y Portugal a oscuras. Familias y negocios se echaron a la calle para tratar de conocer qué es lo que ha ocurrido.
Las autoridades de las distintas administraciones se pusieron al mando de sus correspondientes operativos para coordinar las labores de restablecimiento del servicio y las de seguridad y emergencias. Entre ellas, el rescate de personas atrapadas en ascensores y el control de los cruces semaforizados para evitar choques y atropellos. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, coordinó desde el principio de la crisis la situación desde el centro de emergencias de la capital. Los medios de transporte local impulsados por electricidad, como el Metro de Madrid dejaron de funcionar y las estaciones fueron clausuradas hasta el restablecimiento del servicio.
El concejal presidente de Villa de Vallecas, Carlos González, en declaraciones a Nuevo Sureste, explicó que «se dieron instrucciones a los servicios técnicos, ante la falta de luz, para que todos estuvieran en sus puestos. Se informó a la población sin incidencias. Se cerraron las instalaciones excepto los centros de mayores y las instalaciones deportivas al aire libre, que continuaron operando, siempre y cuando las condiciones de luz natural lo permitieran. Se dio orden en los colegios para que los servicios de mantenimiento revisaran las alarmas para que no se produjera por la noche ningún tipo de incidencia». Por su parte, Ángel Ramos, su homólogo en Vicálvaro, añadió, tras el apagón a este periódico, que, «tras la incertidumbre inicial, se actuó para garantizar la cobertura a las personas más vulnerables, los ancianos y niños. En el distrito, tuvo que ser rescatada una persona de un ascensor en un centro de mayores y una directora de escuela infantil se quedó hasta las 22.00 horas cuidando a uno de sus alumnos porque sus padres estaban atrapados en un atasco y no podían ir a buscarlo». Ambos ediles destacaron la labor de la Policía Municipal, los cuerpos de emergencias y todos los trabajadores municipales durante toda la jornada para evitar incidentes.
Un grupo de vecinos junto a la avenida del Ensanche de Vallecas se reunió frente al portal de su bloque. En declaraciones a Nuevo Sureste explicaron que están preocupados porque no hay suministro para los ascensores, ni para las zonas comunes, ni para los frigoríficos y los hornos, por lo que estaban estudiando cómo hacer para abastecerse estas horas. Pusieron carteles de su comunidad para avisar de la problemática y convocaron una reunión para continuar procediendo. En los supermercados, los vecinos compraban desbocados como si estuvieron al borde de otra pandemia. Por su parte, un hostelero del barrio, Gonzalo, incidió en que los centros grandes como los supermercados o los hospitales tienen grupos electrógenos propios con los que seguir operando, pero no así en sus negocios. «Estamos parados pero sigue entrando gente para esperar a que se restablezca la energía», comentó.

Mientras, en El Cañaveral, la gente se arremolinaba alrededor de móviles y de coches con la radio encendida para saber qué estaba ocurriendo. Mohammed, un obrero de una de las promociones en construcción aseguró que tuvieron que dejar de trabajar porque no funcionaban los equipos eléctricos, ni las radios y podían no cumplirse las medidas de seguridad. Por su parte, Marta (nombre ficticio porque no quiso dar su nombre real), la camarera de una cafetería apostilló que se está echando a perder la comida por falta de fluido eléctrico.
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