El Ayuntamiento de Madrid dispone de un centro de control de los espacios subterráneos de la ciudad. Los 365 días y las 24 horas el equipo de esta instalación vela porque los túneles, las galerías de servicios, las fuentes y el alumbrado funcione correctamente.
El centro, inaugurado en 2010 y ubicado hoy día en Azca, es un auténtico ‘cerebro tecnológico’ en el que trabajan 26 personas de la UTE adjudicataria de la infraestructura, bajo la supervisión del Área de Obras y Equipamientos del Consistorio. Divididos por unidades de trabajo, controlan distintos aspectos de la operativa de la ciudad a través de un sistema electrónico inteligente que permite monitorizar, comunicar y resolver problemas a distancia. Es el mejor centro del mundo en su categoría.
Gestiona los 40 túneles de tráfico, las 354 fuentes y los 255.000 puntos de luz de la ciudad, tal y como pudo comprobar Nuevo Sureste ‘in situ’. Y también las galerías de servicio, que son la principal aportación de los desarrollos del sureste, pues todos ellos nacen con la prescripción de tener la última tecnología constructiva en estas infraestructuras. La ciudad cuenta con 180 kilómetros de estas auténticas arterias de suministro para la capital, más de diez sólo en estos sectores, aunque la entrada en carga de nuevas etapas de urbanización va a multiplicar esta cantidad en los próximos años.

«Por estos conductos discurren los cables de luz, incluida la alta tensión, las tuberías de agua de suministro, las telecomunicaciones y la fibra óptica. Limpian los cielos de la ciudad de cables de alta tensión y facilitan mucho cualquier reparación y la actividad en superficie porque no hay que abrir la calle«, explica Carlos Rubio, subdirector general de Instalaciones Urbanas del Ayuntamiento de Madrid.
A través de un sistema de 525 cámaras infrarrojas de alta resolución, controlan los accesos de operarios bajo un estricto control de identidades, protocolos de seguridad y horarios (sólo se permite la entrada para procedimientos ordinarios hasta las 20.30 horas, salvo emergencia). Las personas que cruzan las puertas de una de estas galerías, vigiladas desde el centro, deben disponer de permiso previo. En caso de intrusión o mala praxis, esta oficina cuenta con servicios de megafonía para informar de cualquier irregularidad a los presentes.
Infraestructura crítica
Hay que tener en cuenta que se trata de una infraestructura considerada crítica y, por tanto, sujeta al máximo examen. Además, la vida en el subsuelo madrileño es incesante, pues a las reparaciones y labores de mantenimiento, se suma el continuo añadido o cambio de servicios, y los eventos que requieren inspecciones policiales, al tratarse de una infraestructura crítica. De tal modo, el trasiego es continuo. Para mayor seguridad, el centro tiene una estación satélite de respaldo desde la que poder funcionar si el sistema de su oficina principal falla.

También existe la posibilidad de resolver cualquier tipo de incidencia. La red controlada dispone de distintos tipos de sensores para detectar e, incluso, anticiparse al peligro. Además de casi 4.000 mecanismos de control de humos y un millar de detectores de presencia, disponen de sistemas que identifican gases explosivos, oxígeno, monóxido y dióxido de carbono, NO2, y ácido sulfhídrico procedente de la combustión de los colectores. La disposición mallada del sistema permite conocer cualquier problema en segundos (y descartar los falsos positivos), con lo que la capacidad de intervención municipal es casi automática, pues la central tiene conexión con los cuerpos de emergencias y seguridad, incluidas las Fuerzas Armadas.
Redundancia
Desde el centro controlan mediante sistemas de información geográfica aspectos de las galerías como la presencia de postes SOS, la red de extintores y los sistemas de seguridad autónoma. El Consistorio cobra un canon a cada empresa de servicios que usa estas instalaciones con el que sufraga el servicio del centro y las infraestructuras. Los operarios municipales deben hacer inspecciones periódicas a pie de todas las instalaciones de la ciudad, al menos, dos veces al mes por contrato.
Los desarrollos del sureste suponen un desafío y una ventaja para el centro, pues agregan de golpe una gran cantidad de infraestructura, si bien, al funcionar en redes duplicadas o, incluso, triplicadas (lo que se denomina ‘redundancia’), tienen más fácil mantener el servicio en marcha, incluso a pesar de avería. Rubio concluye: «Se ha hecho un esfuerzo en el sureste al multiplicar las galerías porque garantizan que, en cualquier circunstancia, los servicios siguen llegando a los habitantes y visitantes de estos barrios con la máxima seguridad«.
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