La Junta de Compensación de Los Ahijones está ultimando los trabajos de construcción y adecuación de las galerías de servicio del ámbito, necesarias para servir de agua, electricidad y telecomunicaciones a todo el futuro barrio y, en concreto, a la primera fase de urbanización, a punto de obtener la simultaneidad edificatoria. Nuevo Sureste visita con el equipo de la entidad dichas instalaciones, un enorme callejero en el subsuelo sin el que sería imposible la vida en la superficie.
Debajo de cualquier ciudad, siempre se construye otra urbe subterránea, silenciosa y centrada en lo práctico. Se trata de las galerías por las que discurren los servicios que surten a la ciudadanía que habita los barrios. Su construcción es costosa y poco lucida. Es la urbanización que no se ve pero que evita la continua apertura de zanjas en el espacio urbano y lleva a los edificios los elementos básicos para la vida de cualquier ciudad.

En total, Los Ahijones ha construido algo más de 3,5 kilómetros de galerías subterráneas, divididas en dos vías paralelas a ambos lados de la futura Gran Vía del Sureste (etapas 1 y 5 de urbanización) de 1,7 kilómetros cada una que se coserán con los tramos de sus desarrollos vecinos: El Cañaveral y Los Berrocales. A su vez, cuenta con tres galerías de conexión perpendicular a distintas alturas del ámbito que permiten funcionar esta infraestructura en red (es decir, si se produce una avería en un punto, el resto de la red puede seguir funcionando mientras se arregla el problema) y facilitar el mantenimiento. De ellas, se extienden derivaciones al resto del ámbito para surtir de servicios al sector.
Las galerías de servicio están construidas en zanja mediante módulos cuadrangulares de hormigón de 250 x 225 x 200 centímetros machihembrados. La imbricación de estas piezas es un auténtico encaje de bolillos de unas doce toneladas en las que cualquier desviación puede provocar filtraciones o problemas derivados de su posición en el terreno. Las galerías cuentan con accesos para personal cada 500 metros y de materiales cada mil metros, así como respiraderos. Todos ellos, disponen de puertas de seguridad que, cuando se recepcionen por el Ayuntamiento de Madrid, estarán videovigiladas por el centro de control de este tipo de instalaciones que posee el Área municipal de Obras y Equipamientos en el complejo de Azca.

‘Supercañerías’
En el interior de las galerías (que tienen sobreanchura para que los operarios trabajen con comodidad), ya se han instalado las tuberías de agua potable del barrio, un cilindro de 600 mm anclado a la estructura con enganches de hormigón e hilos de acero, que conduce el agua proveniente del EDAR de La Gavia por todos los nuevos ámbitos del sureste. La galería cuenta con una leve inclinación para que cualquier filtración o fuga conduzca el agua a unos desagües conectados con la red de saneamiento. Estas ‘supercañerías’ tienen un sistema por ventosas para poder realizar vaciados de aire en caso de avería o mantenimiento, acompañado de un ‘bypass’ de llenado.
Las instalaciones cuentan con un tritubo preparado para que, en función de lo que disponga el Canal, puedan instalarse sistemas de automatización de la instalación. Estas tuberías tienen conexión con los grandes conductos oeste-este de 1,2 metros de diámetro del Canal de Isabel II que discurren entre Madrid y Rivas Vaciamadrid.

Este enorme pasaje iluminado también acogerá las tuberías de agua regenerada (300 mm) y, en un sistema de bandejas compartimentadas, tal y como establece la normativa, las conducciones de electricidad y telecomunicaciones. El gas está conducido por otra canalización conducto para evitar riesgos de explosión.
Se trata, por tanto, de un elemento clave de la planificación de la ciudad con el que nacen de oficio todos los nuevos barrios de Madrid. Un pilar silencioso pero crucial para el desarrollo del nuevo sureste de Madrid.
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