Juan Antonio Gómez-Pintado es el presidente del Clúster de la Edificación, en el que acaba de revalidar cargo durante cuatro años más, y uno de los mayores conocedores de la promoción inmobiliaria residencial en España, con más de 40 años de experiencia. Presidente de Vía Ágora, ha recibido este año en el Salón Internacional Inmobiliario de Madrid (SIMA) el premio especial de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (Asprima), de la que fue presidente, al profesional destacado del año. Atendió a Nuevo Sureste dentro de una serie de entrevistas en profundidad para analizar la realidad del sector en un momento en el que los desarrollos del sureste de la capital están a punto de iniciar la mayor operación residencial de Europa.
¿Qué es el Clúster?
Es una agrupación de empresas innovadoras. Tiene que estar reconocido por el Ministerio de Industria, tras cumplir unos parámetros como porcentaje de compañías, facturación y empleo generado. Si obtienes ese reconocimiento, puedes trabajar en varias líneas. Tienes acceso a financiación de fondos europeos a través de la presentación de proyectos de innovación, que tienen que ser disruptivos. Por ejemplo, presentamos un proyecto de desarrollo en BIM –Building Innovation Modelling– y la Comisión Europea consideró que es muy innovador y nos ha dado financiación. Las 95 empresas e instituciones que formamos parte del Clúster tenemos una serie de grupos de trabajo desarrollados que puede sugerir cualquiera de sus miembros. Hay una empresa que lo presenta y, si se aprueba, lo lidera y automáticamente se suman las empresas que consideran que eso es un proyecto interesante. Ahora mismo, estamos desarrollando 26 proyectos.

La palabra más repetida en el sector inmobiliario en los últimos tiempos es ‘industrialización‘ ¿Qué hay de fiebre y qué de ventaja por esta innovación?
Más que decir que tiene ventajas, es una necesidad imperiosa por varios motivos. En primer lugar, porque tenemos un problema de mano de obra cada vez más acuciante y de desaparición de empresas. No tenemos que olvidar que el 95 por ciento de las empresas españolas son pymes o autónomos. Que cada vez más trabajadores de la construcción se jubilan porque una gran mayoría está en la edad del ‘baby boom’ y no hay reemplazo generacional. Tenemos un problema tanto por la parte de los autónomos y las empresas como por la parte de los trabajadores. Todo eso nos lleva hacia un mundo de industrialización pero, además, con todo lo que nos viene de Europa de cumplir a nivel normativo y regulatorio respecto a especificaciones ambientales implica que, de una manera tradicional, no se llega a los cumplimientos que tenemos que hacer tanto en el 2035 como en el 2050. Me refiero a ser neutros en carbono. La edificación tradicional es muy intensiva, primero, en residuos; segundo, en consumo de agua; y, tercero, en huella de carbono. Y por eso aparece ahí la industrialización. Es un tema que hemos cuidado mucho en el Clúster en todas las conversaciones que hemos mantenido. No es casual, no es que el Gobierno diga que vamos a industrializar. Ha habido una lluvia fina constante hasta que hemos que realmente tenemos un problema. Hasta que no se ha visto y evaluado por parte del Gobierno que la vivienda se ha transformado en el primer problema social en España, pues no se han puesto a trabajar. Dicho esto, se han puesto a trabajar y han hecho dos cosas, yo creo que muy importantes. Primero, la definición nueva de CNAE -Clasificación Nacional de Actividades Económicas-. No existían para la industrialización de la vivienda. Si tú querías hacer industrialización de la vivienda, automáticamente te llevaban a un CNAE promotor. Y eso era un problema porque tanto por la parte de financiación europea estaba vedado como tenías una penalización muy importante a nivel fiscal. Se han creado tres nuevos. Uno para la industria del hormigón, otro para la del acero y otro para la de la madera, con lo cual ya tenemos vías de financiación. Era uno de los cuellos de botella de la industrialización. La segunda cuestión es aterrizarlo. Hay que ver exactamente cómo se pone negro sobre el blanco cuando vayamos a empezar a pedir las financiaciones para la generación de esa industria nueva que se quiere hacer. Pero está ahí. Hay un reconocimiento por parte del Gobierno de que tenemos que ser una industria.

Luego, se hace un Perte -Plan Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica-, que lo llevamos pidiendo desde el año 2012. Ahora hay que empezar a trabajar y hay gente que puede tener una visión de que es poco dinero. No sé si es poco o mucho, pero es dinero y hay que empezar. Probablemente, cuando esto se que se ponga en marcha, si se consumen los 1300 millones que hemos obtenido, pues habrá más. El caso es tener un perte abierto como tienen los de infinidad de industrias.
Se está invirtiendo mucho dinero en formación profesional y tenemos instituciones de primer nivel internacional como la Fundación Laboral de la Construcción, sin embargo, no se termina de dar con la tecla para atraer más trabajadores formados al sector ¿Tiene el Clúster algún planteamiento disruptivo en este sentido?
Sí, hay un planteamiento completamente diferente. El dinero que se gasta en formación es mucho, es cierto, pero no tiene un impacto de atracción importante en los jóvenes, que para mí es lo fundamental que tenemos que conseguir ¿Por qué? Porque no le estás dando ninguna novedad en cuanto a su cualificación y clasificación profesional. Le estás diciendo: «Vente a un sector tradicional que te voy a dar formación de fontanero, electricista, albañil, con todo lo que conlleva». O sea, trabajar en un entorno al aire libre, en una obra, en un mundo duro, muy duro, y eso pues no es atractivo. La alternativa es decirles: «Vente a una industria donde todos los procesos están mucho más regulados y mucho más reglados». Es como trabajar en una industria del automóvil, pero en la construcción, pero con unos parámetros muy parecidos, donde aparece la automatización, aparece la robotización y aparece un concepto completamente diferente. Yo trabajo en la industrialización de un proceso de construcción robotizada. El perfil profesional que nosotros planteamos no tiene nada que ver con el perfil profesional que plantea la Fundación Laboral.

¿No es eso una huida hacia adelante ante la perspectiva de que faltan profesionales cualificados?
No tiene nada que ver. Si tú ves una fábrica, nuestra fábrica, por ejemplo, los procesos de robotización de la línea son apabullantes. Estás haciendo un panel de fachada de ocho por seis cada media hora, y las manos de las personas prácticamente no tocan ahí. Son robots o máquinas que están automatizando ese proceso. La formación es distinta. Un operario nuestro maneja un ordenador a pie de máquina donde está metiendo los parámetros de lo que la máquina está haciendo. No consiste en poner ladrillos o pladur, es otra cosa diferente. Hay procesos manuales pero cada vez menos. La tendencia es que la industrialización, que es el uso de sistemas, no de productos prefabricados, se desarrolle mucho más. Ahí está la gran diferencia.
O sea, ¿el sector del ladrillo ha desaparecido tal y como lo conocíamos para convertirse en otra cosa?
Exactamente. No es un debate sobre si es bueno o es malo el sistema tradicional versus el robotizado. Hay distintas opiniones. Lo cierto es que, en los próximos 13 años, se jubila prácticamente el 35 por ciento de la fuerza laboral de los que saben. Gente cotizada y a la que se le paga. Ese tiempo pasa muy rápido y no hay sustitución ¿Qué hacemos cuando no somos capaces de atraer en un sistema tradicional a gente para estar dentro del sector? Pues tienes que ir a otra línea, que está ya inventada, como es la industria. Pasa en los barcos, en los aviones, en los coches y tenía que pasar en la edificación.

¿La construcción llega tarde a la industrialización?
Llegamos tardísimo, pero hay un refrán que dice que nunca es tarde si la dicha es buena. Por eso, creo que el Perte ha sido muy oportuno porque llega en un momento donde tenemos una capacidad instalada muy baja y puede ayudar a que se genere una nueva industria y, consecuentemente, que tengamos una capacidad instalada mucho mayor. Pero, efectivamente, llegamos muy tarde ¿Por qué? Pues porque en España, tradicionalmente, la mano de obra de la edificación tradicional era de lo que sobraba ¿Para qué ibas a invertir en fábricas? ¿Para qué ibas a invertir en procesos disruptivos cuando tenías mano de obra? Hubo una falta de visión completa para estructurarse a largo plazo. Pero aquí estamos y todo es empezar.
¿El sector financiero está dispuesto ahora a aportar los recursos necesarios que requiere el sector?
Hasta ahora, cuando tú ibas a pedir un crédito como fabricante, el banco te decía: «¿Cuál es tu CNAE?». Si era una construcción industrializada se te cerraba mucho la puerta. A través del Perte, que es financiación del ICO, ha abierto una vía importantísima. El Perte tiene una financiación de 1.300 millones de euros, pero es que el ICO es un banco con plena disposición para financiar procesos de industrialización y esta decisión rompe una trayectoria en la que sólo hacía financiaciones muy exclusivas, sin bajar a lo que era financiación de las empresas. Ha bajado ya. Por ejemplo, tenemos ahora mismo financiada por el ICO una promoción de colaboración público-privada para alquiler que hace un año hubiese sido imposible. Ahora están abiertas las líneas para financiar la industrialización y tiene un sistema que permite con las garantías cruzadas de un préstamo hipotecario poder financiar la industrialización.

¿Estamos hablando de fondos para ejecución o también para investigación?
Ejecución. Dentro del Perte, tienes 1300 millones para participar en capital de empresas industriales o para financiar a las empresas industriales independientemente del Perte. Y, ahora, ha abierto otra donde te financia el préstamo hipotecario y con garantía de ese préstamo hipotecario también te financia la ejecución de la industrialización. El gran problema que tenemos los industriales es la financiación. Si yo te voy a ejecutar una obra, pero resulta que no se libera el préstamo hipotecario hasta que la tienes avanzada hasta el 60 o 70 por ciento de la ejecución ¿Cómo resuelvo estarme autofinanciando? No hay músculo empresarial capaz de desarrollar esto. Lo que ha hecho el ICO es decir: «Vale, pues yo con la garantía de este préstamo te financio aquí también». Se ha resuelto un problema importante. Luego, hay que valorar cómo la financiación dependerá muy mucho también de la garantía de las empresas. Que no se piense la gente que yo voy a abrir una empresa y el perte ya me va a financiar.
Ha hablado de sostenibilidad. Dentro del sector se habla mucho de la importancia de los nuevos materiales que se ven muy condicionados por la geopolítica , el transporte, la inflación, etcétera. Los desarrollos del sureste, sin ir más lejos, están siendo un laboratorio de todo tipo de nuevos productos.
En el mundo de los materiales, a lo que vamos es a un consumo de menor impacto en tres líneas. La primera, una baja huella de CO2 en su ejecución. La segunda, una baja huella hídrica. Y, la tercera, una baja huella en generación de residuos. Todos estamos cambiando, unos más rápido que otros hacia materiales que cumplan esos requisitos. Por ejemplo, los azulejos. Nosotros ya no hacemos ni un solo baño con azulejos, ni solados porque apostamos por una edificación en seco y una fabricación que no tenga impacto en el CO2 o que lo tenga muy moderado. Una cerámica consume mucha energía, mucho gas y tiene un impacto en CO2 muy importante. No quiere decir que otros materiales no lo tengan, pero tienen menos. Esa es la cuestión. Nosotros ya ladrillos no ponemos, todo va con materiales en seco. En el caso nuestro, por ejemplo, en Lignum, que es nuestra empresa de industrialización, hemos ido hacia la madera y hacia materiales muy eficientes en CO2. El motivo es que el año que viene tenemos obligación de hacer las declaraciones en el Ministerio de Medio Ambiente de los tres alcances ambientales que he comentado. Hoy todavía no penaliza el que tengas más impacto o menos impacto en la huella de carbono. Simplemente, tienes que hacer la declaración y ya está. Pero esto es un tema que, de cara al 2035, cuando empiecen a llegar las primeras revisiones, va a ser un impuesto clarísimamente.

¿Qué es lo que estamos haciendo nosotros? Hacemos una toma de posición con otros materiales. Vamos a ver cómo nos salen las declaraciones de impacto ambiental para el año que viene y, a partir de ahí, ya vamos regulando y vamos investigando sobre otros materiales que reduzcan incluso más lo que tenemos ¿Por qué elegimos la madera? Porque la madera es un sumidero de carbono de CO2, lo absorbe, se queda ahí y no lo emite. Es lo contrario que un cemento en su fabricación. Un aserradero o una fábrica como la nuestra no tienen prácticamente impacto en la huella de carbono. No es una cementera. Elegimos en su momento ir a productos de madera porque cumplimos varios objetivos. El primero, volvemos a retomar un sector que se abandonó cuando apareció el cemento, pero mucho más tecnificado. Maderas transparentes, laminadas… Tiene un bajísimo impacto en la mano de obra porque el montaje necesita muy poca gente y el sistema de anclaje varía mucho con lo que teníamos antiguamente, con lo que reducimos plazos de ejecución a la mitad de lo que es la construcción tradicional.
¿La apuesta del futuro es sólo madera?
No, estamos trabajando en sistemas híbridos. La madera es un fantástico material, pero no para todos los proyectos. Habrá proyectos, por sus características técnicas, que tengas que ir a sistemas híbridos y es lo que nosotros estamos trabajando. Vamos a ver muchísimos proyectos donde va a haber parte de hormigón y parte de madera y, ¿por qué no?, puede haber parte de acero también. De hecho, en uno de los proyectos de colaboración público privada que hacemos en Navalcarnero, tenemos la mitad del proyecto está hecho con prelosa de hormigón y con nuestra fachada de madera y la otra mitad la hemos hecho todo de madera y metálico, con lo cual estamos haciendo esas ‘pruebas’, si se puede denominar así, para ver con qué optimizamos más los plazos. La madera gana de calle.

También ha mencionado la huella de residuos. El sector ha sido tradicionalmente un supergenerador de residuos ¿Es una cuestión de innovación tecnológica o de optimización de procesos?
De todo. Tienes los propios materiales que generan residuos, pero se pueden reciclar y yo creo que esa es una labor fundamental. Y, luego, todo lo que es tecnología donde tú estás aquilatando los consumos de esos materiales al máximo. Recuerdo cuando hacíamos las fachadas de ladrillo con todas las tabiquerías y se tiraba mucho material inservible, que además se llevaba vertedero y no se reciclaba en absoluto. El consumo de agua que tenías, los yesos… Creo que, en ese sentido, vamos en la línea de la innovación.
¿La disrupción es la vía de la innovación o existe alguna progresividad?
Hay un camino que estamos recorriendo que es la vigilancia tecnológica. Dentro del Clúster, lo que se hace es esa vigilancia a través de las redes, a través de seguimientos de empresas que nosotros consideramos que son muy innovadoras y que vamos viendo cómo van constantemente innovando en procesos y en materiales. En esa innovación y en esa vigilancia tecnológica se localizan esos materiales y los ponemos a prueba para saber si realmente merece la pena utilizarlos por tiempos, costes, etcétera.

Cada vez se construye más en función de tablas de Excel ¿Los balances se están comiendo el concepto clásico de pisar la obra? ¿Hasta qué punto la innovación y el cálculo a la micra de consumos y medidas pueden ser un obstáculo?
Lo hablábamos hace poco en el Clúster. Nosotros en la industria de la construcción tradicional medíamos en centímetros. En la industria, se mide en milímetros. La cadena de valor que tiene la ejecución de un proyecto, desde que estás haciendo el proyecto arquitectónico hasta que estás haciendo la ejecución, al final se ha convertido en una cadena única. Por ejemplo, en una construcción tradicional, un arquitecto te daba un proyecto que muchas veces tenía errores que se iban solventando. Al final de la obra, hacías un proyecto que recopilaba esas modificaciones. Aquí ya no es posible eso. Aquí, en el propio proceso, a través de la tecnología BIM, tú estás siguiendo desde la ejecución del proyecto al punto de obra todos los procesos de forma actualizada. Eso es una diferencia clarísima. Me pregunto cómo va a impactar o está impactando la inteligencia artificial en nuestro mundo a través de la arquitectura generativa. Nosotros ya la utilizamos aquí. Los desarrollos de nuestros diseños de las ingenierías de detalle, de las fachadas, se hacen con esta tecnología. Es un modelo que al final te puede dar varios modelos de fachada por minuto. Eso lo tenían que hacer hasta ahora entre 15 y 20 ingenieros en dos meses. Esa velocidad y esa capacidad de respuesta, con la posibilidad de hacer un seguimiento de toda la trazabilidad del proyecto es espectacular. Se convierte más en una ingeniería que en una arquitectura. Creo que tiene que pasar y aún no está ocurriendo que el arquitecto entienda su profesión como lo que es. Habrá proyectos que son singulares y que tengan que tener una gracia y un arte como el que dicen los arquitectos. Pero habrá otros proyectos que se basarán en la repetición. Cuando sale un modelo de coche, se hace un millón de unidades iguales. No puedes hacerlos cada uno distinto porque no hay cadena de montaje, ni cadena de producción que lo soporte. Y, más importante, no hay reducción de costes, que está en la repetición.

O sea, ¿la ciudad de la construcción industrializada de tercera generación será una con edificios hechos como en un molde?
No. No me refiero tanto a las fachadas como al interior. Sobre las fachadas puedes hacer cambios a nivel estético, pero los módulos, la estructura, son todos iguales. El sector del automóvil funciona con una fábrica central y un montón de satélites que crean sólo unas pocas piezas de forma especializada. Eso optimiza costes.
Me ha mencionado varias veces la optimización de costes para las compañías ¿También bajará los precios para el consumidor final?
Sí. Yo tenía un coche y, cuando lo he cambiado, lo he hecho por el mismo modelo. Te encuentras que el nuevo tiene un acabado excepcional, con muchísima más innovación metida dentro, desarrollos tecnológicos que no tenían nada que ver con el modelo anterior y, lo más curioso, en proporción es más barato porque, con más tecnología, me cuesta lo mismo que me costó el anterior. Ahí es donde tiene que ir la edificación.
Otro de los planteamientos tecnológicos que están aplicando las empresas es la generación de proyectos en la nube para el trabajo sincronizado de distintos técnicos ¿Permite aprovechar sinergias o sigue requiriendo la actuación por fases de los distintos profesionales?
Se aprovechan todas las sinergias porque antes trabajaban separados y había cosas que, por la propia configuración del proyecto, no se podían ejecutar por trabajar separados. Ahora, al estar visualizando todos el proyecto a la vez, pueden estudiar las problemáticas y atacarlas. Es definitivo. No tenía ningún sentido lo que hacíamos antes. Son equipos de trabajo multidisciplinares.

Es decir, que afecta a la propia fisonomía de la empresa constructiva.
Sin ninguna duda. Afecta al organigrama. Hoy día tenemos más ingenieros que arquitectos.
¿Qué ciudad va a encontrar el habitante de ese Madrid del futuro que están construyendo los desarrollos del sureste y el resto de proyectos de la región? Algunos teorizan con el distrito federal.
A mí me encantaría hablar, más que de distrito federal, de una conurbación como Tokio. Tenemos un problema con el espacio. Hemos seguido un urbanismo muy romántico basado en la baja densidad cuando realmente no nos lo podemos permitir. El desarrollo de las infraestructuras que tú necesitas para vivir en una ciudad de esas características es inmenso. No podemos permitirnos este tipo de desarrollos con el crecimiento de población que vamos a tener en los próximos años. Vamos hacia un urbanismo mucho más denso y una edificación mucho más densa también. Y se lleva diciendo mucho tiempo, lo que pasa es que antes lo decías y te llamaban especulador. No, perdona es que no se puede soportar un modelo de estas características. El cambio filosófico llegó cuando ONU Hábitat dijo que no podíamos seguir así y que había que densificar las ciudades, y empezó a hacerlo todo el mundo. Tiene que ser un urbanismo más denso si queremos aprovechar las infraestructuras y ser sostenibles porque no se puede crecer para siempre. Hay que meter más alturas, no pasa nada. Hemos trabajado muchísimo en Brasil y, en sus ciudades hay mucho volumen y mucha altura. Lo que no puedes tener son edificios de cinco plantas como aquí. Esto es un lujo. Estamos desperdiciando suelo e infraestructuras. Lo que no puedes tener son edificios de cinco plantas como aquí. Esto es un lujo. Estamos desperdiciando suelo e infraestructuras.
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