La enorme demanda de vivienda ha acelerado la industrialización de la construcción, como puede verse en los edificios que se construyen en los desarrollos del sureste. El sector hace hincapié en la falta de profesionales formados y en el uso de materiales de alta tecnología, fácil instalación y óptimas cualidades de sostenibilidad y resistencia.
En el mes de junio, los promotores inmobiliarios abogaron en la mesa redonda ‘El mercado del suelo, la vivienda y sus retos’, de la Jornada Inmobiliaria de El Economista por reducir los costes de construcción, que han sufrido un 80 por ciento de incremento de precio en los últimos años. Para ello, señalaron la necesidad de apostar, entre otros aspectos por la industrialización del proceso productivo de vivienda, lo que supondrá un avance diferencial a medio plazo.
El hecho más visible de esta industrialización es el que tiene que ver con las fábricas exteriores de los edificios. Si hace años fue el pladur el producto que cambió la forma de acelerar la implementación de interiores, ahora la industria de los nuevos materiales se ha lanzado a construir las fachadas. SATE, Compoplak, fibra de vidrio mineral, hormigón de cáñamo, espuma mineral, y hasta soluciones tradicionales como la madera o el adobe… Son algunas de las alternativas que ofrece el mercado y que pretenden ser el sustitutivo del ladrillo, el material rey del sector, en connivencia con el hormigón.
A principios de septiembre, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, entregaba las llaves de la promoción ‘Cañaveral 2‘, de la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo de Madrid (EMVS Madrid), bajo diseño del estudio Gilnagel Arquitectos y construcción de la UTE MAINSA-INDUTEC. Se trataba de uno de los pocos edificios de obra nueva (la compañía tiene en previsión más promociones en este sentido) que se habían construido en estos momentos con este material en la capital. Lo cierto es que se ven cada vez con más frecuencia fachadas construidas a base de planchas prefabricadas de distintos materiales.
Ladrillo y carretilla
Desde la Confederación Nacional de la Construcción, miembro de CEOE, explican que «el sector es, desde hace algún tiempo, algo más que sólo ladrillo y carretilla. Las tecnologías más punteras están imbricadas en el día a día de trabajadores y empresas constructoras. Hablamos de tecnología BIM -Building Information Modelling-, distintos usos de la inteligencia artificial, de big data e internet de las cosas, de realidad aumentada, de robótica, de drones, de impresión 3D, de realidad virtual, de sensores avanzados y de dispositivos inteligentes. La construcción absorbe los avances tecnológicos más disruptivos», inciden desde la entidad. Todas esas herramientas permiten reducir la siniestralidad y los riesgos laborales, automatizan proyectos, reducen la huella de carbono, optimizan equipos y seleccionan los materiales menos contaminantes y más sostenibles.
Carencia de mano de obra cualificada
Fuentes del sector (muy refractario a hablar del tema públicamente) explican que los cambios se deben al ahorro de tiempo que supone la prefabricación, en un período en que el sector tiene un nivel de demanda altísimo, a pesar de que estos nuevos materiales son más caros que los tradicionales, y, sobre todo, a la falta de profesionales formados que trabajen adecuadamente la cerámica en obra (por lo que los materiales prefabricados facilitan el trabajo a personas sin esa formación), lo que condiciona las obras nuevas y pone en serias dificultades las rehabilitaciones.
Actualmente, España necesita 700.000 obreros para cumplir con las necesidades del sector, según datos de CNC y, sin embargo, en 2021, sólo había 839 matriculados en el grado de Formación Profesional de Edificación y Obra Civil en toda España, a pesar de su inmersión inmediata en el mercado laboral. Un sector envejecido (la población joven en el sector representaba en el segundo trimestre de 2024 el 10,4 por ciento del total de empleados, frente al 9,3 de los mayores de 60 años, según datos del Observatorio Industrial de la Construcción) necesitado de mano de obra que aún arrastra entre los jóvenes prejuicios tales como la precariedad y la baja remuneración, aspectos que no se corresponden con las mejoras que ha experimentado en los últimos años.
No obstante, los datos no demuestran el canto del cisne del ladrillo, que ha vivido, a pesar de cierto descenso, una de las mejores etapas de su historia. Según datos de la Asociación Española de Productores de Ladrillos y Tejas (Hispalyt), el sector es el cuarto más importante de Europa por detrás de Alemania, Bélgica y Países Bajos. Generó un volumen de negocio en 2023 de 720 millones de euros, un 15,29 por ciento menos que en el ejercicio anterior, aunque el segundo más alto de la última década (el sector tocó fondo en 2014 con 350 millones). De ellos, 109 fueron obtenidos de la exportación (un 17 por ciento menos que en 2022 -130 millones-, pero también el segundo dato más alto de los últimos diez años).
El sector ha incrementado el número de empleados de 3.600 en 2014 a 4.790 en 2023, de los que 580 son mujeres (hay datos sobre el empleo femenino desde 2018, cuando se cifraron 470). La producción anual creció un 5,66 por ciento en 2023 de 5,3 a 5,6 millones de toneladas (supone un 43,58 por ciento más que hace una década). Estos datos hay que entenderlos en un contexto de desaceleración de la construcción de vivienda en España. En 2023, se terminó un 4 por ciento menos de inmuebles (85.566 frente a 89.107), se iniciaron un 8 por ciento menos de obras de reforma y rehabilitación (24.799 frente a 26.921), y se redujo el inicio de obra nueva un uno por ciento (107.934 frente a 108.923).
Sostenibilidad y ‘passivhaus’
Según argumentó a este periódico la secretaria general de Hispalyt, Elena Santiago, el sector trabaja constantemente en el desarrollo de soluciones de altas prestaciones que contribuyan a la eficiencia energética (el sector se ha marcado como objetivo la neutralidad climática en 2050), la sostenibilidad o la protección contra incendios. Así, se han creado innovaciones como el sistema termoklinker, el flexbrich, el murobrick o el MAPS para la construcción y rehabilitación de fachadas de ladrillo a cara vista. Y se han creado paredes de ladrillo de placa de yeso (Silensis-Cerapy), con alta prestación acústica; sistemas fotovoltaicos para cubiertas de teja, y fachadas de SATE con acabado de plaqueta.
Además, el sector ha desarrollado herramientas para optimizar el uso de materiales cerámicos para distintas soluciones constructivas (BIM o PIM), declaraciones ambientales para sus productos, sellos de sostenibilidad (BREEAM, LEED y VERDE) y certificación passivhaus para dos sistemas de fachada (la fachada con Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior y el sistema de fachada autoportante de ladrillo cara vista Structura-GHAS).
En conclusión, la construcción en España atraviesa una transformación profunda marcada por la industrialización, el uso de materiales avanzados y la incorporación de tecnologías innovadoras. Si bien la prefabricación y la sostenibilidad son prioridades crecientes para responder a la demanda de vivienda y compensar la escasez de mano de obra cualificada, el ladrillo continúa siendo un pilar fundamental del sector, impulsado por su fuerte peso en el mercado y las nuevas soluciones técnicas que lo posicionan dentro de los estándares de construcción sostenible. Frente a los desafíos y el cambio constante, la construcción se proyecta como un sector dinámico, en el que tradición e innovación avanzan de la mano para construir el futuro urbano.
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