Cientos de personas participaron este domingo, 12 de mayo, en la tradicional romería de la Virgen de la Torre desde la iglesia de San Pedro ad Víncula, en la villa de Vallecas, hasta la ermita que esta posee en Los Berrocales.
La calle de la Sierra Gorda de Villa de Vallecas amanecía con una actividad inusitada para ser domingo. Segundo domingo de mayo, más exactamente, y los vallecanos desayunaban alrededor de la iglesia de San Pedro ad Víncula. Como desde hace más de 200 años, se iba la patrona, la Virgen de la Torre, una vez más, a pasar el verano a su ermita junto al cerro Almodóvar.
Había cola en el templo para hacerse fotos con la Virgen. Los miembros de la Asociación de Fieles engalanaban su carroza con la ayuda del concejal socialista Ignacio Benito. Bien visibles símbolos como el pozo de la ermita y la media luna que evoca lo femenino. La imagen lucía su manto inmaculado, rodeada de flores, y la corona que el cardenal Antonio María Rouco Varela le impuso el 17 de septiembre del año 2000. El párroco, Alfredo Perea, ponía orden en la mañana intensa.
A las 10.00 horas, comenzó el movimiento. Los hermanos sacaron la imagen por la puerta grande de la iglesia al ritmo del himno de España, mientras tañía la campana. Cientos de personas la ovacionaron desde la plaza y, tras una breve salve, marchó la romería. Quedaba atrás la parroquia donde, en 1759, fue bautizado Juan Malasaña, héroe de la guerra de Independencia española.
La ‘oruga’
Desde la calle Sierra Gorda, se fue uniendo gente a la procesión, que enfiló la calle Real de Arganda. Los vecinos se agolpaban en las puertas de los comercios y los balcones. Desde uno de ellos, unas mujeres echaban pétalos de flores sobre la imagen. «Las fiestas de Madrid comienzan en Vallecas con la Virgen de la Torre», decía Remedios, una vecina un tanto emocionada.
En un alto de la calle, casi al llegar a la Unidad de la Policía Municipal, donde se ubicaba el árbol de ‘La oruga’ (se supone que, allí, la imagen hizo un milagro), la efigie daba media vuelta. Dicta la tradición que, de esa manera, se despide hasta septiembre de su pueblo (hace dos siglos, hacía invierno en la ermita y regresaba con el buen tiempo a Vallecas; también, antiguamente, los vicalvareños acudían a Vallecas para acompañar el trayecto de llegada de la Virgen a su zona).
José Luis Barbón, vocal y decano de la Asociación de Fieles ‘Nuestra Señora Virgen de la Torre’, organización que se remonta a 1988, explica la importancia de esta Virgen para la identidad vallecana. «En el siglo XVII, unos labradores encontraron en el sitio de Torrepedrosa, para entonces, abandonado, una imagen mariana. Vallecanos y vicalvareños se la disputaron y acordaron hacer una hoguera para decidir con ella la propiedad de la escultura. La Virgen iría con aquellos hacia los que no fuera el humo. Y este fue hacia Vicálvaro, por eso, tienen el mote popular de los ‘ahumaos'». De esa manera, esta Virgen de los labradores, muy milagrera, se instituyó como «la patrona titular de los vallecanos», desplazando a Nuestra Señora del Rosario, comenta el padre Perea.
Restos romanos
Un largo camino de dos horas comenzaba, en el que había cambiado la ruta, recorriendo la carretera M-203. La organización había fletado autobuses para llevar a todos los fieles que lo desearan.
La ermita es un templo de época medieval de construcción castellana (zócalo de piedra, ladrillos con caja de calicanto y tejado cerámico, con fachada pétrea) que estaba situado en el antiguo pueblo de Torrepedrosa (de reminiscencias tardoantiguas, pues allí se encontraron restos romanos y una enorme necrópolis visigoda en los trabajos arqueológicos de construcción del nuevo desarrollo), cercano al cerro Almodóvar, en suelo de lo que será el barrio de Los Berrocales (aunque los fieles consideran que, al tratarse de suelo privado eclesiástico y acoger a la patrona, es un exclave vallecano en territorio vicalvareño). Excede las dimensiones del concepto ermita y que tiene numerosas construcciones añadidas alrededor, datadas algunas del siglo XVIII. La construcción más destacada es el pozo en el que se abastecía el pueblo. La hermandad de labradores que precedió a la Asociación de Fieles compró el suelo, acondicionó sus alrededores con una arboleda y una verja para delimitar el templo.
En su interior, bastante desmejorado por las carencias presupuestarias para mantenimiento (las últimas reformas de importancia se hicieron en los años 60, con apoyo municipal, y a finales de los 80 y principios de los 90, por parte de la hermandad, que tuvo hasta que retirar un nido de buitres del alero sobre una de las puertas laterales de la ermita), destacan las pinturas de varios papas que se encuentran en las pechinas de la cupulilla central. Todos los domingos de mayo y junio, acogerá, a las 19.00 horas, misas para los fieles.
La reina de Vallecas
Decenas de personas se habían apresurado en la explanada donde iba a concluir la romería para hacerse con las mesas de los merenderos y, sobre todo, las barbacoas para pasar una mañana de pradera como las que se acostumbran en estos días por todo Madrid. Un altar presidía un mar de sillas de plástico mientras, los guardeses del centro, Carmen y Luis, se afanaban en repartir bebidas a los asistentes.
A las 12.30 horas, llegó la Virgen y, al entrar, los más de quinientos asistentes le cantaron su propia salve:
«Y Vallecas también tiene reina,
Virgen de la Torre,
madre celestial,
Y, en el pecho de los vallecanos,
ya tiene su trono,
ya tiene su altar».
Tras este canto, comenzó la misa, con presencia del concejal presidente de Villa de Vallecas, Carlos González Pereira, y, tras ella, la comida, que concluyó con el rezo de un rosario. Se iniciaba así la estancia de la Virgen en Los Berrocales hasta el primer domingo de septiembre (este año, como cae en 1 de septiembre, se traslada a la siguiente semana), cuando regresará a Vallecas (antiguamente, la recibían con hogueras en el camino y fuegos artificiales, todos prohibidos hoy día). Será entonces cuando el antiguo pueblo celebrará las fiestas de su patrona con toda su pompa y devoción.
0 comentarios