El proyecto de Valdecarros está diseñado para que la altura del barrio ascienda desde los edificios de las urbanizaciones perimetrales hasta la plaza central rodeada de rascacielos.
La memoria general del plan parcial de Valdecarros, publicado en enero de 2007 por el estudio Valentín Merino arquitectos para la Junta de Compensación establecía una serie de ideas generadoras del proyecto de nuevo barrio, al que consideraba que debía urbanizarse como una ciudad autosuficiente.
La primera de las ideas consistía en constituir un barrio que fuera creciendo en densidad de edificación desde sus extremos hacia el centro. Es decir, un gradiente de densidad urbana. Así, en el perímetro, sobre todo al norte y al este del barrio, el diseño planteaba que los edificios colindantes con espacios ya urbanizados (el resto del distrito de Villa de Vallecas) tuvieran una altura más baja, de entro ocho y diez plantas.
De forma progresiva, a medida que el barrio fuese avanzando hacia el centro, esos niveles pasarían a torres de viviendas de hasta quince plantas con zócalo comercial y edificios de oficinas de catorce en las etapas 6 y 8 del barrio, para coronarse con los dos rascacielos de 44 alturas ubicados en la última de estas etapas mencionadas. Este espíritu, si bien no está reflejado literalmente en los siguientes documentos del proyecto, sí está contenido implícitamente en los posteriores documentos urbanísticos aprobados.
Lógica de movilidad
Así, por un lado, se hacía girar todo el barrio alrededor de su eje articulador, la plaza hipodrómica de 200.000 metros cuadrados de superficie y 200 metros de ancho, ubicada en el centro del ámbito y separada en dos partes por la M-31, que sirve de remate sur de la Gran Vía del Sureste.
De esta manera, se planteaba una sinergia entre el centro del barrio y su periferia, potenciando la circulación peatonal y rodada respondiendo a la relación lógica entre ambas. Además, a juicio de los redactores del proyecto, esta estrategia permitiría caracterizar el nuevo barrio y dotarlo de una identidad para sus habitantes. La mejor demostración de este concepto era, según los arquitectos, la gradación que se producía por la Gran Vía del Sureste desde el ensanche de Vallecas hasta el centro.
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