Javier Ortega es el portavoz del Grupo Municipal Vox en el Ayuntamiento de Madrid. Analizó con Nuevo Sureste las claves del urbanismo, la movilidad y el medio ambiente que promueven el surgimiento de los desarrollos del sureste.
¿Qué planteamiento tiene Vox respecto a cómo llevar a cabo un desarrollo urbanístico como los del sureste, habida cuenta que estos se planificaron en 1997?
En su pregunta tiene nuestra respuesta. Es inaceptable que, a día de hoy, los madrileños, ante una necesidad que es una urgencia, que es el tener vivienda, tengan que ver que lo que hoy se ha empezado a desarrollar, ha necesitado 30 años. Esto es inviable desde un punto de vista de aplicar las necesidades reales de una ciudad. Nadie va a pedir que se resuelva en un mes, pero no 30 años. Porque el urbanismo que tú planteas en 30 años no resuelve las necesidades y, además, llega tarde y mal. Y, además, es un urbanismo que nosotros definimos como a plazos. Es decir, primero llegan las residencias, luego, los viales; luego, pasan no sé cuántos años hasta que empiezas a tener los primeros servicios públicos. Luego, llegan las comunicaciones o ponen unas provisionales. Hay demasiado urbanismo de foto, propaganda y cortar la cinta y poca planificación y ejecución ágil. Si se me preguntan las causas, primero hay que indicar la burocracia absurda. Tenemos una legislación, una burocracia y unos trámites para aprobar los planes que los hacen lentos, farragosos y contrarios a la eficacia. A eso le añadimos un desinterés por construir zonas que no sean únicamente para residir sino para vivir. Y eso necesita hacerse a la vez que construyes la vivienda, los parques, las comunicaciones, los colegios, el centro de salud, la comisaría de Policía, el Metro, los comercios… Hay que hacerlo en paralelo. Es un urbanismo burocratizado que genera nuevos desarrollos que podríamos definir como ciudades fantasma porque no logran encontrar ese equilibrio entre el desarrollo para residir y el desarrollo para vivir y, por tanto, hay que darle una vuelta total.

La Comunidad de Madrid ha hecho modificaciones legales y sigue haciéndolas previas a la Ley del Suelo que tratan de agilizar esos trámites.
Sí, de boquilla. Nosotros les hemos preguntado si quieren libertad. Esto se hace muy rápido: un solo artículo, queda liberalizado el suelo que no esté especialmente protegido. Queda libre para construcción todo aquel suelo que no esté protegido por motivos medioambientales lógicos, por motivos de reserva por necesidades de dotación pública y seguridad, arqueológicas, de patrimonio, etcétera. Pero eso no les interesa. No hay que olvidar que el Partido Popular lleva gobernando más de 30 años y el Partido Socialista, la izquierda, es exactamente igual. Les interesa tener controlado el suelo porque, mientras lo controlan, controlan la oferta. Y, si controlas la oferta cuando hay una gran demanda, encareces el precio. Cuando encareces el precio, hay quienes hacen negocio. Si tú liberalizas el suelo y dices que, de toda la Comunidad de Madrid, todo ese suelo está libre para construir, si dejas libertad a los promotores y al sector público, porque esto es un juego entre la construcción de vivienda pública y la privada, a partir de ahí hay oferta y llegan las propuestas de construcción. Liberalizas el suelo, que no significa generar un urbanismo salvaje. Nadie está diciendo que queremos que se construya sin control alguno, que haya un libertinaje en el que cada uno haga lo que le dé la gana sin normas. Estamos diciendo que hay que ofertar todo el suelo posible para permitir que las promotoras planifiquen con tiempo. Y, luego, hay que agilizar los trámites. Proyecto que se presenta, proyecto que debería estar en un año calificado para construir. Porque hemos estado en inauguraciones en estos nuevos desarrollos del sureste donde los promotores, los constructores nos han dicho que llevan 25 años detrás de estos proyectos. Eso es inaceptable. Y eso no tienen la culpa los ciudadanos, ni los promotores. La tienen los malos gestores que hemos tenido durante décadas.

¿No sé qué diferencia hay con el sistema actual? La única idea que se me ocurre para aplicar lo que usted defiende es eliminar la planificación tal y como está planteada.
Estamos de acuerdo en que hay que planificar. Los técnicos, junto a los colegios profesionales de arquitectos, ingenieros, etcétera, pueden diseñar, a lo largo de un año, ese plan de ordenación urbana que especifique que estas son las zonas donde se puede construir, estas las que no, estas las que tienen industria, estas las que tienen zonas verdes, estas las que tienen servicio y todo lo demás es terreno en el que se puede construir. Todo esto es edificable. Y nuestros magníficos constructores son capaces de presentar un proyecto en un año en el que dicen qué es lo que van a hacer, sus viales, sus construcciones, sus cesiones a las dotaciones públicas, etcétera. Y ya está ¿Para qué se necesitan 10, 20 o 30 años? No lo entiendo. A mí que no me digan que eso es planificación. Yo digo que eso es ponerle frenos al desarrollo urbano y, por tanto, a que la necesidad va creciendo a un ritmo que no es capaz de absorber la oferta. Simplemente, hay que ver cuántas viviendas se están construyendo y cuántas necesitamos. No llegamos. No llegaríamos ni aunque estuviéramos construyendo los próximos 30 años sin parar porque hay un retraso brutal. Hemos creado un freno administrativo. La administración no ayuda a la construcción de viviendas, no ayuda a solucionar el problema. Sólo le pone trabas. Trabas urbanísticas limitando el suelo a través de planificaciones que no son otra cosa que problemas y restricciones. Dos, a través de una fiscalidad abusiva que, a nuestro juicio, no tiene nombre. Cuando tú ves lo que le cuesta al ciudadano comprar una vivienda, te das cuenta que el cincuenta por ciento se va en pagar suelo pero luego te vas a pagar impuestos porque el coste de construcción, lo que se adquiere, es muy inferior en coste. Hay que bajar la fiscalidad de impuesto de transmisiones patrimoniales, el IVA, la plusvalía inter vivos y mortis causa, el ICIO, todas las tasas… Es decir, hay una cantidad de fiscalidad que encarece y limita la construcción. Y, en tercer lugar, hay que borrar el utilizar el urbanismo como propaganda para cortar la cinta.

Voy a poner el ejemplo del alcalde Almeida. Se presentó a las elecciones de 2019 prometiendo a los madrileños construir 15.000 viviendas. Ha construido 4.000. Si estuviéramos en una empresa, esta persona estaría despedida porque no ha llegado ni al 50 por ciento de los objetivos. Pero, no contento con eso, se presenta en 2023 y promete 12.000 viviendas más. No hacemos trampa como algunos que dicen que son 12.000 de las 15.000 viviendas. No, las 15.000 son las que prometiste para el primer mandato. Ahora vas a hacer 12.000. Al ritmo que va, no llega a hacer otras 4.000. Es decir, en estos momentos, de esas 27.000 viviendas prometidas, nos debe 23.000. Por otra parte, no vale engañar. No van a construir esas cantidades. Las van a construir los promotores a pesar de vosotros. Lo que quiero transmitir es que, desde el Grupo Municipal de Vox, estamos para servir a los españoles y a los madrileños y no para ponerles trabas, para subirles los impuestos, para ponerles leyes de imposible cumplimiento, para establecer una cantidad de trámites administrativos que hacen ineficaz el resultado. Tenemos empresarios que son capaces de garantizar la construcción de una urbanización o un distrito nuevo en cinco años. El problema es que no se les deja. Todos te dicen lo mismo: para hacer cualquier trámite tienen que pedir cuarenta papeles y van pasando los meses, van pagando impuestos, pagan a los trabajadores, tienen recursos inmovilizados y no les dejan trabajar. La administración no les deja trabajar. Parece que su función principal es poner trabas a los ciudadanos. Por tanto, ¿queremos solucionar el problema de la vivienda? Generemos más oferta para que cubra la demanda. Oferta a precio asequible. Para ello, hay que conseguir que haya más oferta para que baje el precio y hay que quitar gastos fiscales. Con eso, lograremos que haya vivienda asequible y que haya vivienda, porque el problema ya no es que sea asequible sino que ni siquiera hay vivienda para todos aunque tengas el dinero para comprar.

La iniciativa privada puede guardar parte de su ‘stock’ para que los precios no se orienten a la baja.
Esa es la propaganda de la izquierda: ¿y no será que el promotor privado lo que quiere es especular? Y, ¿cómo especula? Reteniendo el suelo para constreñir la oferta y no construir. Bueno, pues eso lo soluciona el mercado de manera sencilla. Si usted tiene terrenos sin construir no se preocupe, vamos a ofrecer muchos más terrenos. Ya verá cómo hay promotores que son los primeros interesados en construir. Esto podríamos decirlo de todos los sectores. Pensemos en la producción vitivinícola: este señor está guardando el vino y no lo saca a vender. Y, ¿qué crees, que los de los viñedos de al lado no lo van a hacer? Al final, siempre va a haber un promotor que se adelante y, si no, lo haces tú como promotor público. Vamos a poner el ejemplo extremo de que todo el suelo está en manos de un sector que no quiere construir y paralizas el negocio, cosa que no entiendo muy bien porque, si paralizas el negocio, este desaparece. Lo que tiene que hacer la empresa pública es tomar la iniciativa sacando a concurso la oferta de viviendas.
Eso suena a Keynes
Esto ha dado resultado. Los lugares del mundo en los que la vivienda es más barata es donde ha habido mayor oferta porque la oferta te permite que, si tú te pasas en el precio o rebajas la calidad, va a venir otro que va a vender a mejor precio o mejor calidad. El mercado termina regulándose. Entonces me dirán que quiero la liberalización total. No, la administración debe marcar las reglas del juego: especificar las plantas, una serie de metros cuadrados para no hacer colmenas al estilo japonés, especificar unas calidades constructivas. Marca las reglas técnicas y los requisitos de habitabilidad. Pero luego tiene que dejar jugar. El problema es que marcan unas reglas del juego farragosas y contradictorias, por lo que se produce un verdadero rompecabezas para saber qué es lo que se puede y no se puede hacer. Marquemos reglas de juego claras, sencillas y, si se cumplen los requisitos, permítase construir. La mayor parte de la corrupción política que se han dado en este país se han producido por el urbanismo. Y la mayoría tiene que ver con las licencias. Es decir, yo te pongo trabas para abrirte luego la puerta por detrás y tu expediente sube en la lista. Eso fue, por ejemplo, la ‘Operación Guateque’, pero ha habido en muchos ayuntamientos. Eso se produce cuando no hay transparencia, cuando la norma es farragosa, cuando me puedo agarrar a cualquier excusa para no darte la licencia y luego vienes a hablar conmigo a mi despacho privado y te lo soluciono previa importante factura. Queremos normas claras en las que el que cumpla tenga la seguridad jurídica de que va a tener su licencia sin trabas. Es lo que pedimos los ciudadanos: seguridad jurídica, transparencia en las normas y la obligación de las administraciones para ayudar.

He trabajado durante toda mi vida profesional como abogado y me he dado cuenta que, al final, como decía el gran especialista en Derecho Administrativo Eduardo García de Enterría, la administración está para servir al ciudadano y no al revés. La administración debe generar confianza en el administrado, no para ponerle incertidumbres permanentes. Las leyes administrativas están para proteger al ciudadano y no a la administración. En el urbanismo estás para que se pueda construir, desarrollar, dentro de un modelo de ciudad en el que marcas pautas. Pero una vez que marco el tablero de juego, debo dejarles que jueguen, no poner trabas porque es lo que encarece y lo que hace que haya poca vivienda.
Con esa estrategia, ¿los desarrollos del sureste bajarían el precio de la vivienda, teniendo en cuenta que están llegando a Madrid anualmente unos 100.000 nuevos vecinos?
Ese es otro tema que tiene que ver con el lema ‘Madrid, ciudad abierta’. Lo decía el otro día en el Foro de la Ciudad: ciudad abierta pero con límites. Lo que no queremos es que Madrid se convierta en un México DF. No queremos una ciudad saturada de gente, colapsada en sus transportes y servicios públicos. No se trata de poner barreras a Madrid, pero Madrid se tiene que construir pensando primero en los madrileños, no en los que vienen de fuera. Tenemos que garantizar que quien vive en Madrid pueda hacerlo en unas condiciones, con una vivienda digna y unos transportes adecuados. Esta política, que excede Madrid y se refiere a políticas de migración, este absurdo de políticas de fronteras que permiten que en Europa y en España puede entrar cualquiera, pues no porque tenemos unos límites de espacio, de recursos públicos, de servicios sociales, de capacidad de absorción laboral. Todo lo que sobrepase eso supone unas grandes tensiones sociales con el abaratamiento de la mano de obra, la carestía de la vivienda… Ciudad abierta, sí, pero para que todos puedan vivir en condiciones. Y dirán que los de Vox quieren una ciudad para millonarios. Pues no, justo lo contrario. Queremos que no se vea desplazado ningún madrileño. Y, en estos momentos, cualquier joven madrileño tiene más dificultades de vivir en su ciudad que en cualquier otro lugar porque se ve expulsado, porque aquí no hay quien pueda comprar una vivienda, porque no hay quien se pueda desplazar sin tardar varias horas en llegar a tu trabajo… Esto es lo que estamos hablando. ¿Va a bajar el precio de la vivienda? Claro. Ahora bien, si me dicen que aquí tenemos vivienda para todo el planeta, evidentemente, es imposible. Las ciudades tienen su capacidad y, además, queremos que sea con calidad.

Hablaba de que los equipamientos han de acompasarse a la llegada de los vecinos. La administración establece coeficientes de población para crear los equipamientos y optimizar el dinero público ¿Hacemos centros de salud en los que el médico espera a los vecinos en la puerta llegar o esperan los vecinos?
Hay que acompasarlo. Precisamente, como está planificado, sabemos cuánta población, más o menos, va a haber en un período concreto. Tan absurdo sería correr y construir todos los equipamientos en solares y que durante años estuvieran sin uso como meter 25.000 personas y, luego, ya si eso, construir un Metro. Porque, cuando decido comenzar a hacerlo, esas personas llevan varios años sin unos servicios adecuados. Es como si alguien entregara una vivienda llave en mano y le dijeran que la luz se la entregan el año que viene. Lo que parece razonable es construir la maqueta a la vez. Es decir, si calculo que en dos años vamos a tener vecinos, ya tengo que tener en ese momento el primer centro de salud, un parque de bomberos o un parque. Eso se llama planificar. Lo otro es una chapuza.
Una de las quejas que tienen los vecinos de El Cañaveral es la falta de transporte público para conectar con Madrid. En los desarrollos del sureste se plantean un BRT, estaciones de Metro, autobuses… Desde Vox, ¿cómo consideran que hay que coser a nivel de conexiones estos espacios con Madrid?
Dejémonos de horteradas de siglas inglesas y Bus Rapid Transit. Lo que tiene que haber es un autobús de toda la vida pero tiene que haberlo con las líneas correspondientes cuando la gente ya está viviendo, no un año más tarde porque eso es meter un parche. Estoy hablando de lo que se tendría que haber hecho hace 20 años y nos dicen que demos ahora la solución. Lo que se tiene que hacer es meter primero las grandes infraestructuras de transporte. Yo puedo hacer las líneas de Metro porque sé que en esa zona va a vivir gente. No es como el centro de salud que decíamos antes. Puedo tener listas las líneas de autobús. Hay barrios recientes en los que hoy la administración se plantea, con reivindicaciones vecinales, después de años viviendo allí, que se podrían hacer conexiones con grandes infraestructuras. Eso tenía que planificarse antes de llegar la primera vivienda, al igual que se planifican el alcantarillado, las acometidas, etcétera. Eso es actuar con cabeza. Insisto que, a cualquiera que se le cuente que han tardado 25 años para hacer un desarrollo urbanístico, pide el cese retroactivo de todos los equipos de Gobierno porque ha sido un fracaso.

Nosotros proponemos que se planifiquen las zonas y empecemos a trabajar hoy para que, el día que vayan a vivir, esos vecinos tengan las dotaciones que necesiten para su servicio. Porque quisiera subrayar que esto no es una gracia que conceden los políticos, es un derecho que tenemos por el hecho de pagar impuestos y porque tienen cedida de los ciudadanos la competencia para desarrollar las ciudades. Porque si no, hacemos una urbanización privada sin contar con ellos como nos dé la gana. Si delegamos la gestión del suelo y le pago con mis impuestos para su desarrollo, usted tiene la obligación de que, cuando yo vaya a vivir allí, los servicios públicos esenciales fundamentales funcionen a la perfección y no tenga que estar reclamando y quejándome. Y no me venga a vender la moto en las elecciones con nuevos anuncios sobre elementos que tendrían que estar ya hechos. Repito, quien ha gobernado en los últimos 30 años en Madrid ha sido el Partido Popular. Parece que ha llegado Almeida ayer, pero no. No olvidemos a la señora Botella, al señor Gallardón o al señor Álvarez del Manzano. Y todos han tenido competencias en el urbanismo. Y los males de ayer, los pagamos hoy. Y no hablamos del PSOE y Más Madrid, que directamente paralizaron de forma absoluta los desarrollos. La ‘Operación Chamartín’ estuvo parada 25 años hasta que llegó Vox en 2019 y dijo que daría sus votos a aquel que desbloqueara el proyecto. Mira por dónde, lo apoyaron todos porque nadie se quiso quedar fuera en el momento en que iba a salir igual. Por tanto, nosotros defendemos un urbanismo ágil y que dé soluciones.

330.000 nuevos vecinos, por mucho transporte público que se les ofrezca, van a usar en alguna medida el coche y las infraestructuras de carreteras son las mismas ¿No corre riesgo de colapsar el sureste? ¿Qué estrategia proponen?
Es evidente que hay que ampliar los viales. Hay que planificar nuevos accesos. No podemos usar las mismas vías sino hacer una apuesta decidida por las infraestructuras y ofrecer una oferta alternativa de transporte público. Pero no porque estemos contra el transporte privado, como está hoy en día el consenso progre, en el que todo es ir contra el coche privado y por eso se inventan el Madrid 360 para prohibir la circulación y se retiran plazas de aparcamiento en superficie y se dejan de construir aparcamientos disuasorios. Están en la guerra contra el vehículo privado que es lo mismo que decir contra la libertad del ciudadano para moverse dónde, cuándo y cómo quiera, y no dependiendo de que te digan que tienes que desplazarte a una parada de autobús colectivizándote. El transporte público lo defendemos a muerte porque tiene la capacidad de desplazar a gran cantidad de gente en poco tiempo, reduciendo el embotellamiento, pero tiene que ser voluntario, libre y alternativo, no una imposición. Lo que estamos diciendo es que, para estos nuevos desarrollos, es fundamental que haya viales adecuados y aparcamientos públicos. Soluciones técnicas hay para movernos por la ciudad con libertad. Y tiene que planificarse antes de tener ese problema encima. Y eso sin contar los cientos de miles de personas que vienen de fuera cada día a la ciudad, a los que no se les dan alternativas, se les cierra el tráfico sin aparcamientos disuasorios. Muchos dejan de venir para elegir otros espacios menos agresivos para poder moverse.

Los desarrollos del sureste son el ‘kilómetro cero’ del Bosque Metropolitano ¿Qué valoración hace Vox sobre ese proyecto y sobre los planes que se están tramitando para llevarlo a cabo?
Hemos apoyado el proyecto del Bosque Metropolitano y lo combinamos con el proyecto de la nueva Casa de Campo del Noroeste. Hubo quienes se hicieron muchas fotos con el Bosque Metropolitano. Plantaban 200 árboles para el acto de prensa y volvías dos meses después y estaban todos secos porque no habían instalado el riego o no habían contratado a la empresa de mantenimiento. Nosotros estamos de acuerdo con los anillos verdes para que la ciudad esté interconectada con anillos verdes porque, para nosotros, el urbanismo no es sólo residir o trabajar, es vivir, es poder ir a un parque, es poder caminar y circular, poder ir a un museo, etcétera. Ese conjunto de realidades hacen una ciudad habitable en la que no tardas dos horas y media en llegar a tu trabajo. Es lo que debemos conseguir. Hay zonas de la ciudad que están muy consolidadas y es muy difícil, pero en estos espacios puedes programar estas posibilidades, proporcionadas al número de habitantes.
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