Proseguimos nuestra serie de informaciones sobre cómo se crea un desarrollo urbanístico. Hoy, explicamos el procedimiento por el que se articula desde el punto de vista administrativo y pastoral la comunidad religiosa de un nuevo barrio.
El procedimiento para constituir una nuevo templo es un largo caminar. La decisión para su implantación parte del obispado o dirección religiosa equivalente en otros credos. El ministro detecta que una población necesita de una dotación de servicios para una nueva feligresía y promueve un expediente con el Ayuntamiento para obtener suelos de carácter dotacional (públicos o privados) con los que erigir el templo, siempre que esté inscrito en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia. La necesidad de este tipo de centros parte del derecho a la libertad religiosa. Por ejemplo, en el caso del culto católico, el mayoritario, según un informe de la Archidiócesis de Madrid, en la capital hay una parroquia por cada 8.342 habitantes.
Un lugar de culto de cualquier confesión tiene condición de inviolable según los acuerdos con la administración, partiendo de la definición de que se trata de edificios o locales destinados de forma permanente y exclusiva a la función de culto, formación y asistencia religiosa, certificada por la comunidad o iglesia. De hecho, no pueden ser demolidos sin privarse previamente de su carácter sacro.
Como decíamos, el principio de la libertad religiosa ampara, según prolija jurisprudencia, numerosas fórmulas para asentar templos en los municipios. Los planes generales pueden incluir o no previsiones específicas de usos religiosos de suelo. Normalmente, no lo hacen. No obstante, la disponibilidad de terrenos varía en función de si la planificación reserva suelo para equipamientos de esta índole, si consideran este servicio como de interés público o, directamente, prevén la existencia de un espacio de estas características. Esa falta de especificidad provoca que la realidad cambie en función de las circunstancias: donaciones a fondo perdido, concesión demanial, cesiones temporal de derecho de superficie, concursos públicos de concurrencia competitiva o enajenaciones son los métodos de adquisición más habituales por parte de las organizaciones religiosas, aunque también se procede a la compra. El criterio para establecer un templo responde a su centralidad, su localización, su accesibilidad, su proximidad a edificios públicos y las necesidades espaciales del culto.
La célula de una diócesis
En el momento en el que se obtiene el suelo, la organización religiosa procede a la construcción o habilitación del templo como un promotor más. Antes de comenzar a funcionar, es necesario que disponga de todos los registros y permisos de actividad correspondientes a una actividad de sus características.
No obstante, el edificio no hace la comunidad. En el caso católico, el más numeroso en España, el Canon 515-1 establece que la parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuyo cura pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se encomienda a un párroco como su pastor propio. De tal modo, la parroquia, la célula de una diócesis, requiere de sacerdote y fieles, aspecto que es homologable al resto de religiones.
Conviene explicar entonces cómo nace una comunidad de fieles. En los desarrollos del sureste, existen cinco templos en activo. La ermita de la Virgen de la Torre, de uso estacional, en Los Berrocales; la parroquia de Santo Domingo de la Calzada, en la Cañada, cercana a Valdecarros, que cumplirá 70 años de actividad en 2025; la mezquita Al Noor y la mezquita Ibn Nosair, también en esta vía pecuaria, a la altura de Los Ahijones y Los Berrocales; y la parroquia de San José María Rubio, el más reciente de todos, en El Cañaveral. Nuevo Sureste ha entrevistado a Miguel María Ruiz de Zárate, párroco de este último templo para explicar la gestación de esta comunidad.
Área de influencia
Ruiz de Zárate llegó a El Cañaveral en 2019. «No había ni parroquia. El territorio estaba bajo la responsabilidad de la iglesia de Santa María La Antigua de Vicálvaro y, la Cañada, bajo la acción de Santo Domingo de La Calzada. Me instalé como cualquier familia«, explica. Primero, fue acogido por una familia de Coslada, desde donde promovió la erección de un nuevo espacio sagrado. El Obispado delimitó el área de influencia del mismo, que abarcaba el nuevo barrio, el terreno de Los Cerros y los sectores 1 y 2 de la Cañada.
Luego, se trasladó a vivir de alquiler mientras la autoridad eclesiástica adquiría una propiedad para acoger el templo. «Al principio, celebraba la fe yo solo. Fui dando a conocer la misión a personas de Coslada cuyos hijos se habían ido a vivir a El Cañaveral. El boca a boca hizo su trabajo y hacíamos misa en mi casa«, prosigue. El Arzobispado compró un local en la avenida de Blas de Lezo, que se recibió en bruto en plena pandemia. No tenía pila bautismal, ni espacio celebrativo. «Iba a las casas y conocía a las familias y sus sufrimientos para abrirse camino. Entre ellas, la desproporción entre las necesidades del barrio y los recursos disponibles. El párroco debe saber estar en las cosas que preocupan a la gente«, añade. En 2021, poco a poco, comenzó el servicio dominical, la catequesis y, sobre todo, el acompañamiento matrimonial.
Ruiz de Zárate continúa explicando que «cuando tuvimos un lugar para estar juntos, los fieles se acercaron. Surgió Cáritas, que tiene mucha actividad. Sobre todo, para la atención a los migrantes«. A día de hoy, la parroquia ya ha bautizado a cien niños y ha celebrado ocho bodas a pesar de estar en un bajo. Por encima de la apariencia y las dimensiones del templos, se ha convertido en una comunidad. «Más allá de la distinta procedencia, el carisma y la sensibilidad, vivimos una experiencia de comunión en la experiencia de la fe. Es un punto de encuentro, un cruce de caminos donde aportar lo bueno que tiene cada uno«. La parroquia tiene planes de futuro. Ya se ha anunciado la imagen de un futuro un templo definitivo en la avenida de Miguel Delibes con la calle del Diálogo, sobre una parcela cedida por el Ayuntamiento de Madrid. No obstante, según fuentes del Arzobispado de Madrid, aún no se ha avanzado de forma definitiva sobre el proyecto.
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