Las servidumbres aeronáuticas del aeropuerto Adolfo Suárez – Madrid Barajas establecen el límite máximo de altura de los edificios que se están construyendo en los desarrollos del sureste de Madrid.
La altura de los edificios viene determinada, no sólo por cuestiones de edificabilidad o de posibilidades arquitectónicas, sino también por el paso de los aviones. La ciudad de Madrid y su corona metropolitana son espacios especialmente complejos en este sentido, ya que se encuentran condicionados por la actividad del aeropuerto Adolfo Suárez – Madrid Barajas, la base aérea de Torrejón de Ardoz, el aeródromo de Cuatro Vientos y la base aérea de Getafe. Así, sus suelos han de someterse a un régimen de servidumbre aeronáutica que limita los inmuebles.
Para determinar esa afección, el ministerio competente (Transportes o Defensa), a través de los planes directores de los aeródromos, establece las necesidades técnicas que requieren los aviones con las que establecer espacios de aproximación para circular, despegar o aterrizar. Fijado el ‘techo’ urbano, se calcula la altura, teniendo en cuenta la elevación del terreno desde el nivel del mar y contando, además del alzado del edificio (la normativa especifica entre 2,50 y 3 metros de altura en planta ordinaria y entre 2,80 y 3,60 en planta baja), con elementos en tejado (antenas, pararrayos, chimeneas, equipos de aire acondicionado, cajas de ascensores, carteles, remates decorativos, etcétera). También, el espacio necesario para que las grúas puedan trabajar cuando se construye el inmueble.
Plataforma divisoria
En el caso del viario, se calcula el gálibo y las infraestructuras voladizas. Por supuesto, como en cualquier normativa, existen permisos especiales que requieren de autorización por parte de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.
Gracias a este tope celeste, se puede entender parte de la lógica arquitectónica de los desarrollos urbanísticos del sureste. Estos se ven especialmente condicionados por esta realidad, ya que cuentan con una elevación adicional derivada de situarse en la plataforma geológica divisoria entre los ríos Manzanares y Jarama, que cuenta con desniveles, en algunos casos, de casi cien metros de altura respecto a las riberas. Los sectores surorientales se ven así afectados de lleno por las servidumbres del aeropuerto de Barajas (afecta a 148.324 hectáreas de Madrid y la corona metropolitana). Concretamente, por el tramo horizontal de aproximación 36R, que establece una elevación de 742 metros. En menor medida, al oeste del anterior, el tramo 36L, con una elevación de 754 metros.
El Cañaveral tiene una cota aérea de 742 metros, aunque al norte del ámbito, el tramo de subida en despegue haga que se reduzca esta hasta los 737 metros. Al norte, la cota de terreno es de 635,5 metros sobre el nivel del mar. Por ello, a priori, podrían crearse edificios de hasta 85 metros de altura. La cota al sur es de diez metros más. En la zona oeste, el espacio reservado a terreno industrial, el límite aéreo asciende en doce metros, mientras que la cota se sitúa en 638 metros.
Rascacielos de vivienda
En Los Cerros, la altura desde el nivel del mar oscila entre los 620 metros y los 668 del cerro del Fundador, el pico más alto de la zona. La servidumbre establecida en el tramo es idéntica a El Cañaveral de 742 metros de altura, aunque desciende ligeramente en su parte norte (etapa 3 de urbanización) al verse condicionado por el área de influencia que supone la cercanía de Coslada, cuyo punto de referencia está a 575 metros de altura para la aproximación. Esta situación permite que, por cota, pueda contar con edificios de hasta 20 plantas.
La elevación geológica comienza a reducirse a medida que el paisaje avanza hacia el sur y hacia el oeste. En Los Ahijones, la cota más alta es de 636 metros, en terrenos de la etapa 5 de urbanización, aunque la mayor parte del terreno urbanizado se encuentra a una cota diez metros inferior. De tal modo, los rascacielos de vivienda y la ‘city’ de oficinas previstas en el barrio, referencias centrales del ámbito, no podrán superar las veinte alturas. En similar situación se encuentra Los Berrocales, que sufre la cota del cerro Almodóvar, a 666 metros de altura, y el cerro de Las Peñas, a 661. Así, gigantes como la anunciada ‘Torre Bifaz’, de Vía Célere, no pueden superar el techo de los 20 niveles.
El régimen de Valdecarros es mucho más flexible por su extensión. En este caso, está afectado por el tramo horizontal de aproximación 36L (en menor medida, por el aeródromo de Cuatro Vientos, pero se encuentra en el extremo de la servidumbre, fijada en 692 metros de altura). Es decir, su límite aéreo es de 754 metros de altura.
Además, su altura se reduce en su extremo sur a menos de 600 metros. Su pico más alto es el cerro del Azotado, de 637 metros de altura, junto a la colada del Congosto. De tal modo, las afecciones aéreas sólo afectan a este sector levemente en las etapas de urbanización 1 y 4 de forma completa, y 2, 5 y 6 parcialmente. Este es el motivo por el que Valdecarros ubica en su etapa ocho de urbanización dos enormes rascacielos de 44 plantas, ya que se encuentran fuera del paso de cualquier autopista aérea.
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