Una ‘montaña’ en la llanura de Los Ahijones

Los Ahijones ha sido desarrollado paisajísticamente con el objetivo de que la altura del barrio se reduzca de forma armoniosa desde su centro a sus extremos, mientras los suelos llanos facilitan la ‘ciudad de los 15 minutos‘.

El urbanismo no sólo trata de construcción, sino también de relato. Atrás quedan las ciudades como meros depósitos de personas o suministradoras de servicios. Desde finales del siglo XX, cuando se empezó a abandonar el modelo urbanístico norteamericano y la ciudad extensa en el espacio, ha ido recuperando protagonismo la arquitectura como creadora de experiencias. La ciudad tiende a concentrarse para liberar espacios que permitan vivirla y mixtificar usos que den libertad al habitante para utilizarla a su gusto.

En ese sentido, el desarrollo de Los Ahijones ha apostado por ambas tendencias: mixtificación y densificación. Como ya explicó a Nuevo Sureste uno de los responsables técnicos de la Junta de Compensación, el arquitecto Javier Munárriz, todo el ámbito residencial busca el equilibrio de usos y tipologías. Los bloques de pisos cerrados y abiertos se combinan, los edificios disponen de zócalos con actividad comercial y cada etapa de urbanización reserva suelo para medianas superficies.

Desmontes de 8 metros

Se ha redefinido toda la ordenación parcelaria con el Ayuntamiento para poder garantizar que todas las casas van a tener árboles y zonas verdes cerca, y que ningún terreno queda descolgado del conglomerado urbano, aseguró la presidenta de la Junta, Marta Gento, en una entrevista que concedió a este periódico.

Por su parte, César Sanz, otro de los directores técnicos de la organización, aseguró en una reciente visita municipal al sector que, durante las obras, se han realizado desmontes de hasta ocho metros de altura y un saneamiento del suelo con tierras nuevas para conseguir una superficie llana y sin los fuertes desniveles que caracterizan la orografía de la plataforma divisoria entre los ríos Jarama y Manzanares.

De tal modo, el sector se está convirtiendo en una llanura (actualmente, se está procediendo al allanamiento de la etapa 2), excepto en su extremo este, que permite que el viario esté planteado de tal modo que las calles dispongan de infraestructuras para acoger vehículos motorizados, bicicletas y peatones, haciendo que se tengan todos los servicios básicos a un máximo de 15 minutos.

Torres de vivienda y oficinas

Sin embargo, el planteamiento paisajístico de la Junta da una vuelta de tuerca más a la experiencia urbana. En plena llanura surge una ‘montaña’. El proyecto responde a una lógica urbanística que focaliza la vista del habitante en las áreas con mayor actividad. Así, concentrará las tipologías edificatorias de modo torre en la Gran Vía del Sureste y reducirá las alturas de sus edificios a medida que se desplaza hacia el este y el oeste, concluyendo en zonas verdes y edificios bajos (en el oeste, los espacios industriales).

Según explicó a este redactor el gerente del ámbito, Raúl Baz, ese punto central concentrará los hitos edificatorios más importantes del ámbito: dos enormes torres dobles de vivienda de veinte plantas cada una y una ‘city’ de oficinas de ocho rascacielos de idéntica altura. Esa estrategia descargará el grueso del espacio residencial de la presión económica del barrio, pudiendo disponer a cambio de una experiencia urbana más centrada en vivir el barrio.