El desarrollo de Los Berrocales concluyó hace unas semanas su primera fase de urbanización. Eso significa que se incorpora a la capital la ‘supermanzana’, el mayor continuo urbano estancial de la ciudad de Madrid. Nuevo Sureste analiza la historia y características de este concepto urbanístico que apuesta por la movilidad sostenible, la calidad ambiental y el espacio estancial.
Según explicaba Mumford en su obra ‘La ciudad en la historia’, la ‘supermanzana’ o unidad vecinal fue creada en la ciudad de Turios, en el golfo de Tarento, en el siglo V a.C. Esta colonia panhelénica, desarrollada con ayuda de la Atenas de Pericles, vino a sustituir a la ciudad de Síbaris, arrasada por Crotona en el año 510 a.C. La nueva ciudad estaba dispuesta en torno a cuatro arterias longitudinales y tres transversales.
Cada una de las manzanas resultantes de esta división acogía a cada una de las tribus que integraban la ciudad (incluidos en una los refugiados sibaritas), creando vecindarios con una fuerte cultura comunitaria y religiosa (las comunidades agrupadas en torno a un santuario son de origen prehistórico). Las ciudades helenísticas fueron incorporando, poco a poco, espacios públicos abiertos y patios interiores de uso vecinal y comercial a este concepto.
Espacio corporativo
La ciudad islámica introdujo el callejón como fórmula de conexión dentro de estas enormes manzanas, y el cristianismo medieval, a partir del monasterio, potenció esa disposición, constituyendo, gracias a esta morfología, el espacio corporativo que luego lideraría la actividad hasta el fin de la Edad Moderna.
La urbe industrial liberal apostó por el ensanche y el suburbio, generando una dispersión urbana que requería cierta concentración de la actividad, mientras se dejaba el resto del espacio para la avenida de comunicación, la producción del espacio fabril urbano y la primera urbanización deliberada de espacios verdes pensados tanto para la burguesía como para los obreros, como estipuló Urwin.
A pesar de ese planteamiento histórico antiguo, tradicionalmente, se atribuye la invención de la ‘supermanzana’ a los arquitectos Josep Lluís Sert y Josep Torres Clavé, inspirados en teorías de Le Corbusier, y dentro del plan Macià de 1934 para la ciudad de Barcelona.
Mallado hipodámico
La racionalización de usos que promovió este proyecto para la Ciudad Condal, estos arquitectos plantearon la creación de una red de módulos residenciales de 400 x 400 metros (alrededor de nueve manzanas) que integraban bloques de viviendas y equipamientos sociales. Hallaban ciertas sinergias urbanas en el mallado hipodámico que había planteado Ildefonso Cerdá setenta años antes.
El concepto fue mejorado dos décadas después por Lucio Costa en el plan de ordenación de la ciudad de Brasilia. Proponía bloques residenciales rodeados de jardines y equipamientos y protegidos del tráfico por bandas arboladas. Al mismo carro se subieron proyectos como Stuyvesant Town de Manhattan, en Nueva York; Lijnbaan, en Róterdam; AZCA, en Madrid; o La Défense, en París.
Las tendencias neomodernas y deconstructivistas alejaron la ‘supermanzana’ del foco hasta los años 90, cuando regresó con la transformación barcelonesa derivada de los Juegos Olímpicos. El barrio de ‘Pueblo Nuevo’ resultó un ensayo para el urbanismo que la ciudad plantearía en su Plan de Movilidad de 2013.
Nuevas demandas urbanas
En este caso, las tesis fueron las planteadas por Rafael Moneo y Manuel de Solà-Morales. Los teóricos de la Oficina del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid que estaban trabajando en la nueva planificación de la capital tomaron buena nota. El objetivo era poner suelo a disposición de la ciudad, hasta sus límites, para responder a las carencias urbanas que se habían sufrido con el Plan General de 1985.
Había que abandonar el concepto de bloque cerrado al mundo y dependiente del vehículo privado para cualquier actividad que planteaba el modelo norteamericano de la etapa anterior. Las nuevas demandas urbanas pasaban por una nueva movilidad más sostenible y cercana. También, espacios estanciales y de proximidad, y un equilibrio de usos del suelo que facilitaran el reequilibrio territorial.
Y la principal apuesta para ello fue la estrategia del sureste. Había espacio para dibujar un nuevo Madrid para los madrileños. Los distintos sectores planteados marcaron su propio perfil. No obstante, tuvieron una prioridad común: la concepción de un espacio urbano en el que vivir. El allanamiento de pendientes de Valdecarros, la estrategia 3-30-300 de Los Ahijones, el gran parque central de El Cañaveral, los ‘megabulevares‘ de Los Cerros o el urbanismo ultratecnificado y veteado de corredores del Bosque Metropolitano que poseerá la Nueva Centralidad del Este perfilan actuaciones de cirugía urbana que apuestan por un vecindario más vivible.
Viario jerarquizado
Los Berrocales apostó por la ‘supermanzana’ de manera ortodoxa, hasta el punto de hacer girar toda su idiosincrasia alrededor de este concepto. La Junta de Compensación ideó un barrio basado en una tramado viario jerarquizado y cualificado en función del tipo de tráfico (red urbana de conexión con la ciudad, red de conexión con el exterior y la red local colectora). Este entramado cuenta con calzadas básicas con carácter de carreteras rápidas. Por ellas, circularán los vehículos de paso y el transporte público de superficie.
Dentro de esos grandes perfiles, se arraciman conglomerados de manzanas de tejido urbano con viarios peatonales y ciclistas interiores, parques arbolados y espacios ajardinados. Las ‘supermanzanas’. El acceso se realiza mediante anillos de circulación restringida, de manera que todo el tráfico que entra tiene necesariamente que volver a salir para seguir circulando. Esta estrategia limita el paso a residentes, visitantes y servicios básicos (emergencias, distribución…).
Sistema bidireccional peatonal
El resultado lógico es un recinto con espacios interiores de gran calidad ambiental. Los residentes de estas ‘supermanzanas’, entre 600 y 1.000 viviendas por unidad, tienen acceso inmediato a un ámbito libre y público. Un continuo urbano como no existe otro en las experiencias inmobiliarias madrileñas. Se contemplan distintos tipos en función del número de parcelas que engloben, variando en cada caso la dimensión de los espacios libres interiores.
Un sistema bidireccional peatonal y de carriles bici conecta estos conglomerados con el resto de plazas, los dos grandes corredores medioambientales, las zonas verdes periféricas, el Bosque Metropolitano y la red de equipamientos públicos. La idea es que permita desplazamientos internos por el barrio en menos de 15 minutos. Células urbanas que permiten una mayor accesibilidad a los residentes, minimizan los riesgos del tráfico, promueven una mejor calidad ambiental y una sensible reducción de la contaminación acústica y del aire.
Buenas tardes, conozco bien La Défense de París y Pont Neuf, que es anterior, y Azca lo conocemos todos. El papel lo aguanta todo y estos delirios de arquitectos terminan siendo zonas donde hay poca seguridad, son inhumanas, en La Défense, salir de la oficina a tomar un café era una tortura en verano.
Suelen faltar zonas verdes, o están mal cuidadas y se deterioran muy rápidamente. Y Moneo precisamente no es el ejemplo de Arquitecto a seguir.
Por lo demás, excelente artículo y muchas gracias por la iniciativa, es una luz en nuestros barrios.