Nuevo Sureste visita las obras de las primeras tres etapas de urbanización de Valdecarros con técnicos de la Junta de Compensación para comprobar cómo se construye un sector del tamaño de una ciudad dentro de Madrid.
Aunque el trabajo burocrático ha llevado más de un cuarto de siglo, no fue hasta septiembre de 2021 cuando la Junta de Compensación de Valdecarros pudo, por fin, comenzar sus obras de urbanización. La primera etapa, colindante con la avenida del Mayorazgo, ponía las bases de lo que será un sector de 19 millones de metros cuadrados que acogerá 51.000 viviendas (unos 150.000 habitantes), 7,1 millones de metros cuadrados de zonas verdes y que generará casi medio millón de empleos durante su desarrollo.
Concluirá previsiblemente en el mes de septiembre de este año, aunque se han aplazado algunas acciones como la instalación del cableado o el mobiliario urbano para evitar que se degraden antes de su recepción municipal.
Sanear el suelo
Había que empezar esta labor desde la base. Los suelos de toda la plataforma divisoria de los ríos Manzanares y Jarama (que acoge todos los desarrollos del sureste) están compuestos fundamentalmente por arcillas y yesos (se han hallado varias grandes rocas de este material en los trabajos). Son de mala calidad.
De tal modo, la Junta los ha saneado y estabilizado con cal, compactando e impermeabilizando la mezcla. Ese nuevo suelo ya permite sustentar una doble piel urbana de hormigón y aglomerado en la que hacer ciudad sin peligro de que la superficie ceda.
En paralelo a esa premisa, comenzaron las labores de preparación del terreno. Valdecarros Madrid ha realizado desmontes de hasta diez metros de altura en todo el sector (alrededor de 30 millones de metros cúbicos de tierras) para forzar el allanamiento del terreno con el objetivo de catalizar la movilidad peatonal y ciclista (127 kilómetros entre todas las fases). Una inversión de 250 millones de euros que servirá para que el 99 por ciento de las calles tenga una pendiente menor al 6 por ciento y, el 90 por ciento, menos de un tres por ciento.
La puerta del barrio
En el extremo oeste, el equipo de la Junta perfilaba la punta de lanza del Bosque Metropolitano en Valdecarros. Se trata del acondicionamiento de la cañada del Santísimo como un parque arbolado que desembocará en las grandes zonas verdes de la séptima fase de urbanización. En el extremo opuesto, al lado de la M-45, dos enormes parcelas ya preparadas para su desarrollo (pensadas para ofrecer usos sanitarios y educativos) servirán de puerta de entrada al nuevo barrio, como avanzó este periódico.
En enero de 2024, el ámbito alcanzó su segunda meta volante al iniciar las etapas 2 y 3 de urbanización, que está previsto que concluyan a mediados de 2025. 1.334.000 metros cuadrados con capacidad para 10.792 viviendas, 5.100 árboles y 69.800 arbustos. Valdecarros multiplicaba su volumen de actividad y demostraba su potencialidad. Por algo es el desarrollo inmobiliario más grande de España.
Enormes zanjas perfilaban para entonces esas venas tan poco literarias como primordiales para la vida de un barrio como son las galerías y canalizaciones de servicio (algunas, como las de agua, con un diámetro capaz de acoger personas en su interior), los estanques de tormentas (el sector contará con seis, uno en la etapa tres de urbanización), las infraestructuras eléctricas (será necesario soterrar ocho líneas, siete de 220 kilovatios y una de 45) o un enorme depósito de agua de riego de 600 metros cúbicos.
Poner las calles
También se ponían las primeras calles, con distintos tipos de secciones rodadas y adoquinado para referenciar los usos del suelo: sendas ciclistas (en carriles laterales o concentrados en un lado, según el caso), espacios peatonales, pavimentos con sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDS) para regular el soleamiento al ciclo de las aguas pluviales…
Apenas un mes después llegaban los primeros árboles de línea al futuro vecindario. Son ejemplares adaptados al entorno, no alérgenos, ornamentales, con distintas floraciones, con anchos de copa ajustados al entorno. Plantas escogidas por los paisajistas para que, en función de la acera y posición que estén situadas, respondan a los criterios de soleamiento de cada calle, según la altura de los edificios, los tiempos de sol y sombra de que van a disponer, etcétera.
Entre el polvo y el ruido de los motores comenzaba a dibujarse la extensión de la avenida de La Gavia y de las calles del Alto de la Sartenilla y de Peñaranda de Bracamonte. Mientras el Área de Obras del Ayuntamiento de Madrid anunciaba la licitación de las obras de la carretera que ligará el ámbito con el polígono de La Atalayuela a través de la calle Dos Provisional (su primera fase está previsto que se termine en verano de 2025), la Junta de Compensación preparaba su siguiente as en la manga. En el extremo oeste de la etapa tres, ya tiene preparado el suelo para la futura construcción del puente sobre la M-31. Al otro lado, espera la séptima etapa de urbanización, a espaldas de Mercamadrid.
Política de vivienda
Las primeras tres fases estarán cosidas al grueso del ámbito a través de pasarelas sobre la M-45. «Se construirán los puentes en la etapa 6 y aprovecharemos para ello el acceso que está previsto a la carretera desde la etapa 3. En ese período, también se pretende construir el acceso a la M-31″, comenta a este periódico Felipe Retamar, director técnico de Valdecarros.
Los pilares de un mundo que comenzará a edificar sus primeras casas en 2025. Todo Valdebebas cabría en este trozo de Valdecarros, y aún tiene capacidad para ofrecer cinco fases más. Un hito urbanístico, en parte autogestionado a base de subastas de suelo (en la última, hace apenas unas semanas, se vendió suelo por valor de 37 millones de euros), que permitirá al sector inmobiliario mantener su buena salud durante muchos años (al menos, hasta 2035) y, a las administraciones, propietarias del 36 por ciento del suelo a través de cesiones de suelo o compra directa, marcar la política de vivienda de Madrid de los próximos lustros.
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